Una de las primeras clases se basó en una visita al Caixafórum, edificio intervenido por Herzog & DeMeuron no exento de polémicas. Por su base volada que rompe con la fachada de uno de los pocos edificios industriales modernistas que existen en Madrid, existencia de espacios muertos, sombríos e inutilizados, no haber tenido en cuenta ciertos aspectos urbanos, o por su alto coste, la intervención no ha pasado desapercibida.
Dejando a un lado el contenedor, nuestro objetivo era el contenido: una exposición de Constructivismo Ruso. El constructivismo no ha sido conocido hasta hace relativamente pocos años, pasándose por alto a la hora del estudio de la historia del arte. Pero eso ya ha cambiado, y ahora se nos abre ante nosotros un pequeño mundo que aparece del desconcierto. Cuando el hombre cree que ya ha alcanzado todos los niveles del conocimiento, que la naturaleza ya no tiene nada de misterio, inicio de la tecnologia, etc., llega la incertidumbre. Y ahora, ¿qué?¿Qué será del arte?¿De la ciudad?¿Del mundo?¿Qué nos depara el futuro?
De ésta manera surge el constructivismo. Los artistas intentan comprender, experimentar, probar lo que decían sería el nuevo arte, la nueva pintura, arquitectura, basados en el más absoluto esencialismo.
En resumen, aquellos constructivistas encontrarían el cielo en un elemento que hoy en día está muy extendido...
Exacto. Las plataformas petrolíferas. Esencia del alma constructivista.
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